Esther M. Conwell: la científica que allanó el camino de la informática moderna

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Como sucede en infinidad de ocasiones, Esther M. Conwell fue relegada a un segundo plano en su tiempo, a pesar de que su trabajo fue crucial para el desarrollo de los semiconductores, los pilares sobre los que se sostiene la informática moderna. Esther M.  Conwell no solo abrió camino para futuras generaciones de científicas, sino que lo hizo enfrentando obstáculos que iban más allá del laboratorio: luchó contra la discriminación de género en un campo vetado para las mujeres.

TEXTO POR QUIQUE ROYUELA
ILUSTRADO POR MYRIAM GARCÍA JIMÉNEZ
ARTÍCULOS | MUJERES DE CIENCIA | EFEMÉRIDES
INFORMÁTICA | TECNOLOGÍA
23 de Mayo de 2025

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Una mente brillante en una época difícil

Nacida en 1922 en Nueva York, Esther Conwell mostró una aptitud excepcional para la ciencia desde una edad temprana. Se graduó en la Universidad de Brooklyn y posteriormente obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago, donde trabajó bajo la dirección de John Bardeen, quien más tarde recibiría el Premio Nobel de Física por la invención del transistor.

Fue en esta época cuando Conwell desarrolló su contribución más célebre: la teoría de Conwell-Weisskopf, que explicaba cómo los electrones viajan a través de los semiconductores. Este avance fue crucial para entender y mejorar el rendimiento de los dispositivos electrónicos, permitiendo la miniaturización de los circuitos y el desarrollo de la era digital.

Gracias a ella y a otras pioneras, la tecnología que usamos a diario es más eficiente y poderosa. Sin su aporte, el mundo digital en el que vivimos hoy sería muy diferente.

Un descubrimiento que revolucionó la informática

La importancia de su trabajo radica en que los semiconductores son la base de todos los dispositivos electrónicos modernos, desde teléfonos móviles hasta computadoras. Su teoría proporcionó una comprensión fundamental de cómo los electrones se mueven en estos materiales, lo que ayudó a mejorar la eficiencia y fiabilidad de los circuitos integrados. Sin esta investigación, la revolución digital habría sido mucho más lenta.

Barreras de género en la ciencia

A pesar de sus logros científicos, Conwell tuvo que enfrentarse a una dura realidad: el mundo de la ciencia y la ingeniería no estaba diseñado para mujeres. Cuando fue contratada por Western Electric, la empresa no tenía un código de cargo para ingenieras asistentes. Como solución, cambiaron su título a asistente de ingenieros, lo que implicaba un recorte salarial para ajustarse a una categoría ya existente.

Este tipo de discriminación no fue un caso aislado. Muchas mujeres científicas del siglo XX vieron sus contribuciones minimizadas o directamente ignoradas. Sin embargo, Conwell no se dejó amilanar y continuó con su investigación, ganándose con el tiempo el reconocimiento de la comunidad científica.

Esther M. Conwell es un ejemplo de perseverancia, talento y contribución científica. Su trabajo sigue influyendo en la informática y la electrónica, y su historia nos recuerda que la ciencia debe ser un espacio de igualdad, donde el talento prime por encima del género.

Un legado imborrable

A lo largo de su carrera, Esther Conwell trabajó en diversas instituciones de prestigio, incluyendo Kodak y la Universidad de Rochester. En 2010, con casi 90 años, recibió la Medalla Nacional de Ciencia, el máximo galardón científico en Estados Unidos, en reconocimiento a su impacto en la tecnología moderna.

Su legado no solo se encuentra en la teoría que lleva su nombre, sino también en el camino que abrió para futuras generaciones de mujeres en la ciencia. Hoy en día, su trabajo sigue siendo una referencia fundamental en el estudio de los semiconductores y la electrónica.

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